30 mar 2016

VAMO A CALMARNO QUE ESTO SE VA DESCONTROLAAAARRRRRR




Jelou, mai frens. Sí, soy yo, el mismo zanganote de siempre, sólo que no tan animado ni jocoso como cuando tenía cinco añitos. Supongo que ya estarán a verga de tanta excusa pisada que pongo cada vez que desaparezco en contra de mi santa voluntá, así que en esta ocasión, me voy a abstener de contar cualquier paja y, como buen dermatólogo in fieri, voy a ir directo al grano. La onda es que a mí la mara así en general cada vez me desconcierta más, muchá. Ya no me sorprende, porque la conozco. Me desconcierta, eso sí, porque se supone que deberíamos ir evolucionando, aunque sea a paso de tortuga, pero no, ni siquiera es que estemos estancados o atascados, como pelotas de hule en un tubo pvc que sirve de desagüe. Nel, es que vamos para atrás. El tiempo corre y nosotros no colaboramos con la evolución y parece que simple y sencillamente nos pela la verga. ¿Por qué putas? Pues porque es nuestra naturaleza y ya nos hemos acostumbrado y, como encima somos unos cómodos pisados, pues pior. A eso agreguémosle que parecemos veletas: hoy para allá, mañana para acá, el lunes para un poco más allá y el sábado otro poco más para acá. En primer lugar, fuimos incapaces de elegir a un buen gobernante y aquí ya ni siquiera voy a perder mucho mi valioso tiempo en refunfuñar, explicar, renegar y maldecir, porque el nene ya está donde lo pusimos y, sin saber muy bien qué putas está haciendo ahí, lo hace todo a su manera: con novatadas, con sus muecas y sus caritas teatrales, pelando siempre la mazorca y queriendo dar lecciones de civismo barato, retrógrado y desfasado; desconociendo la magnitud de las verdaderas prioridades de un gobierno en un país infernal, violento, desigual, golpeado y urgido de un talego de cambios como es el nuestro. Y ahí está, tu amor divino, tu amor de hombre, tan tranquilo, disfrutando de su nuevo estatus social, a su ritmo, como si fuera el director de una escuelita “cualquiera” (Faitelson dixit), indignándose por estupideces y queriendo sacar a relucir una autoridad que le queda grande, como si fuera una túnica que de emergencia nos prestara un cuate que mide casi dos metros y pesa más de 280 libras. ¡La carpa de un toldo de feria! Sin duda, un claro ejemplo de un presidente pelele puesto ahí como fachada, como cuando sos perito contador y por cuello te dan un chance de director de Recursos Humanos y tu cuate te dice: vos no te ahuevés, rey, estos mulitas tienen que hacer lo que les digás y punto; al primero que mirés con babosaditas, lo fichás, me decís y yo me encargo.  

En segundo lugar, hablemos un poco de la Selección de fut: un tema eterno como el maldito tráfico capitalino. A ver, aquí no hace falta ser un erudito en la materia para saber que ni a putas tenemos un nivel aceptable para ir a un Mundial. Nunca lo hemos tenido. ¡Jamás! ¿Sí o no? Va, si somos capaces de entender esta realidad, ¿por qué tanta alharaca pisada? Por una parte están los escépticos y odiosos anti-deportes de toda la vida; por otra, los fanáticos engasados; y por último, los fanáticos rascuaches y mediocres, que son los piores y que son la mayoría, desgraciadamente. Hoy ganan los muchachos y son dioses astromayas; mañana dan el culo, y son una real cagada de ruquito con hemorroides y colon irritable, unos bolos mierdas (como si en mi Guatermosa nadie fuera un alcohólico en potencia), unos paqué vergas, lacras, basuras, etc., etc., etc. Puta, yo lo que digo es que: ¿sabrá ese aficionado mediocre que en cualquier deporte colectivo a veces se gana y otras se pierde? ¿O por el simple hecho de que se gane una vez, por chiripa, por esfuerzo o por la intercesión cocainómana-mandibular de Cash, ya es un delito perder? ¿Acaso los equipos de elite mundial siempre ganan? ¿Acaso las potencias mundiales nunca dan las nalgas estrepitosamente como Brasil en su propio Mundial? ¿ENTONCES QUÉ PUTAS? Todo debería ser sencillo: si no querés apoyar, no lo hagás y sho, tampoco nos interesa saber por qué putas; contáselo otra vez tus amigos, gracias. Si vas a apoyar solo cuando ganan, haciendo gala de un patriotismo así mero de atarantados, morite y pedile al Señor de las Alturas que te extrañen aunque sea tus tatas. Lo ideal (por no decir imposible) es que quien apoye, lo haga siempre y que lo haga sin que otros le tengan que decir si está OBRANDO bien o no, porque supuestamente uno es LIBRE y cada quien es fanático (o no) de lo que da la puta gana. El futbol como el ajedrez puede ser lo que cada quien quiere que sea, desde su individualidad, es una elección personal, y punto. Colectivamente, sí, ya es otro pijeo; pero estamos hablando de Guate, ¿por qué nos vamos a poner exigentes? Lo mismo pasa con los cucuruchos y las procesiones, mai frens, por mencionar otro ejemplo. Ahí, por si no lo saben, también radica esa palabrita por la que muchos babean como chuchos en brama cuando demandan y abogan SOLO por sus gustos personales: la tolerancia.

Pasemos a lo crítico y lo preocupante: las muertes de niños (o de quien sea) por falta de atención médica. Eso no debería pasar en un país en el siglo XXI; aquí sí que nos encontramos frente a una desgracia cerota que afecta a un pijazal de gente. Eso sí, sáquenme la madre si quieren, pero las redes sociales nos tienen agarrados por los güebos y los ovarios porque, aunque nunca nos haigamos preocupado por estos temas, de repente nos vemos empujados a viralizar y a satanizar lo que sea obedeciendo, casi siempre, al clamor de las masas. No filtramos. Nos dejamos acarrear y queremos acarrear a los demás. Pasa algo, cualquier suceso, y ahí vamos como bovinos programados a pegar el grito en el cielo con muestras de indignación afectadas y fatalistas, casi siempre desde el delirio de la ignorancia. Sí, lo que pasó con el niño que murió en brazos de su madre es una desgracia y es un cubetazo de tristeza que lo deja a uno de palo, tieso y hecho verga. También murió otro más, un recién nacido de una mujer indigente que, OBVIAMENTE, iba a dar a luz en la puta calle como podía haber sido en un basurero en una alcantarilla. ¿Quésesamierda? ¡El colmo! Es duro, puta, sí, lo es, y más cuando nos imaginamos que podría pasarnos a nosotros con nuestros hijos o familiares. Pero no son los únicos, muchá: esto lleva pasando años y años, día tras día, en el área rural, en un vergo de lugares de Guate, etc., y si ese es nuestro estilo de ser consecuentes con este clavo, puta, tendríamos que actualizar nuestros estados en las redes sociales cada diez minutos. La cuestión es la siguiente: ¿será que ya con eso hemos aportado nuestro granito (no dije gramito, ojo) de arena? O sea, ¿incitar a la reflexión con nuestras frases presuntamente acertadas y nuestro afán intachable y altamente ético de decirles a todos: muchá, ustedes están en la mierda, ya es suficiente? ¿Cuál es el siguiente tema? ¿La palma africana? ¿Las minas? ¿El acoso sexual? Puta, claro que sí, ¿qué hay que poner? Dame cinco minutos y me craneo un mi buen parrafito. ¡Listo! ¡Ya! 146 likes en menos de veinte minutos. YOU WON! NEXT! FIGHT!

¿Cuándo putas vamos a ACTUAR? ¿Hubieramos sacrificado nuestro tiempo o nuestro pisto para ayudar a cualquiera de esas dos madres que trajeron al mundo a un ser humano sólo para que esta mierda de sistema y su ineficacia los mataran? ¿Nos hubiéramos puesto manos a la obra para subirlas a nuestro carro y llevarlas a un centro médico? A lo mejor sí, pero seguramente no. Y ya sé lo que vos lector o lectora me estás diciendo ahorita: puta, Rex, es que eso le corresponde al Gobierno, papá; yo ya pago impuestos. Así funciona nuestra lógica. Nos implicamos, pero sólo la puntita.

Si es así la mierda, si todo es virtual, viral y la puta que nos parió… ¡la Academia Sueca lo va tener pisadísimo para hacer una lista definitiva para el Premio de la Paz, muchá! ¡Todos nuestros estados de FB automáticamente son obras de caridá, solidaridá y buenas acciones! Además, es que somos tan mentalmente inestables (no, Rex, yo soy diferente) e influenciables que ni siquiera nos ponemos de acuerdo para indignarnos todos por algo en concreto y HACER ALGO al respecto! ¡Y si lo hacemos… aparece un selecto y exclusivo grupo de iluminados a CRITICAR y encontrar fisuras, peros, fallos, etc.! Al final, lo típico es que cada quien jale para donde quiera, y que vos hagás lo mismo, y yo lo mismo, y aquél también. Cada quien por su lado. Nunca UNIDAD... en fin, caótica la mierda. Resultado: _____________

Ah, y por si la babosada no fuera poca, movidos por ese afán de bochinchería y montonería linchadora, empezamos a relacionar política con fut con chocorreacciones con drogas precolombinas con pena de muerte con la familia Bosch con #TodosSomosBruselas con… y de repente brotan, como ronchitas de varicela, un pijo de conclusiones descabelladas y tremendamente estúpidas como que la culpa de todo la tiene el Pescado Ruiz (sí, leí un par de tuits por ahí, no me lo estoy inventando), porque es un mal tata y porque ese jet que le pusieron (con nuestro pisto, dijo uno por ahí… ¡¿ehhh?!), podría haber servido para trasladar a Maicol, el patojito que murió en la calle…. ¿Nos damos cuenta de hasta dónde llega nuestra irracionalidá y nuestros impulsos? Esa gana de querer aclarar el panorama DESDE nuestro punto de vista. Puta, las mierdas simplemente no funcionan así, hombre. A un empresario le pela la verga el pueblo y puede hacer lo que quiera con su pisto. Es indignante e injusto, pero es cierto. ¿Qué hay que hacer ahora? ¿Buscar al Pescado y ajusticiarlo, ya no sólo por haber perdido un  mísero partido de fut sino porque ES PARTE RESPONSABLE de lo que pasa a diario en el país y que ningún gobierno HA QUERIDO solucionar porque aquí lo importante siempre ha sido güeviar y de ahí salir en caballo blanco? ¡Miren esas conclusiones! Ese desconcierto que les hablaba arriba me está pasando factura y se está convirtiendo en tirria, fíjense. Sí, tirria, asco, repulsión, como putas quieran llamarle. Las redes sociales pueden ser tan valiosas como nocivas y la verdá es que a veces simplemente es mejor ni entrar en esas mierdas. No pretendo generalizar tampoco. Sé que hay mara pilas que genera discusión, debates inteligentes y bien fundamentados, reflexión… mara cabrona que aporta, que conciencia, que con sus conocimientos orienta, propone, resuelve, etc., pero la gran mayoría satura esas mierdas (sí, aunque estén en todo su santo derecho) con un revoltijo de despropósitos copiados de otros, redundancias, tópicos y cháchara revoltosa. Es como ir a un zoológico y pararte en el lugar donde están los macacos o los mandriles: cincuenta, sesenta, ochenta ejemplares de todos los tamaños chillando y aullando el mismo sonido escandaloso… así, sin parar… saltando de un lugar a otro, agarrándose a vergazos entre ellos, aruñándose, despulgándose y jaloneándose… y más aullidos, y brincos por aquí y por allá, y más de ese concierto incomprensible y alebrestado. Un día de Pentecostés salvaje y desquiciante que es todos los putos días del año del calendario gregoriano.

Como usuario que soy, yo tampoco me escapo, mai frens. No me miren así. Yo también he sido y soy parte de todo este talegueo, no crean que no lo sé. Simón, lo reconozco. A veces simple y sencillamente me gustaría quedarme calladote, sentadito en mi trono de cartón piedra, acariciando a mis guepardos imaginarios y contemplando mis eriales provechosos, infinitos y también imaginarios. Y de ahí, escupir al teclado, a la pantalla de la compu, fundir mi Tuirer a gargajos, pero soy el más débil de mi generación espontánea (jajaja) y la tentazón... o sea, la tentación es grande.

Sírvanse disculparme,

Suyo Forever Hugo Almeida,

Rex Mamey


14 ene 2016

INDIGNACION PERRUNA O CÓMO LLAMAR LA ATENCIÓN EN FEISBUR



 

“¡Malditos hijos de puta! ¡Respeteeeen! ¡Ojalá les estallaran esas sus ametralladoras y sus bombas en el culo! ¡Ojalá que se incendiara su casa… malparidos ahhhgggg! ¡Muéranseeeee!”… He ahí los típicos comentarios propios de las fiestas de fin de año proferidos especialmente por dueños de perros y algún que otro animalejo “doméstico” que sufre (debido a su naturaleza) con la pirotecnia exagerada, las detonaciones fuertes, la algarabía polvorística y hasta con los pedos del señor de la casa, etcétera. Bien, primero lo primero. Una de tantas lecturas entre líneas que hago yo cuando me topo con comentarios atenshion-jor así sería ésta: Me pelan la verga tus costumbres para celebrar, muco cerote, porque estás haciéndole daño a mi pobre y consentido perrito. Sí, supongo que cuando fulano o mengano se dirigen a comprar cuetes, volcancitos, bombas, minas-antipersona, etc. van pensando algo como: Hoy sí perros hijos de la verga, se van a cagar. Me voa tronar todo mi aguinaldo en estas mierdas y si se los lleva puta, mejor. Hace falta ser un verdadero imbécil para de verdad actuar así, o sea, como un perfecto irracional de mierda, con lo cual, por sentido común y porque confío un 2% en mis compatriotas súper chapinísimos de sangre pletórica y tropical, vamos a descartar esta primera conclusión un tanto… descabellada. (Después de releer los blogs de Luisfi y Palmieri he mejorado muchísimo mi vocabulajajajaja). La segunda lectura entre líneas sería ésta: Como yo tengo un perrito y el perrito sufre con los cuetes y las luces infernales, automáticamente vos te tenés que cohibir de hacer lo que se te dé la gana y no celebrar como lo has hecho desde que eras un ishto. Ahí está el asunto: resulta que los problemas y vicisitudes del dueño (nadie, creo, lo obligó a tener un perro, un oso panda o una mojarra que por las noches transpira rayos-X, inofensivos, claro), nos deben concernir a TODOS. ¡Así porque sí! Y aquí hay que aclarar un punto importante: una onda es solidarizarse con el problema en cuestión y decir: Pura mierda con los pobres chuchitos, hay que agarrar la onda y evitar, si podemos, estas situaciones, y otra es tener que sentirte puramierda, atacado, buliado y criminalizado por quemar ametralladoras en Navidá, Año Nuevo o en tu maldito cumpleaños porque parece que lo estás haciendo en contra de los derechos de los animales y estás atentando, como insensible y cavernícola que sos (sí, con esa maldad que te rebosa cada vez que querés pasarla bien con tu familia o con tus cuates), contra su salud física y ¡EMOCIONAL! (Vieras que mi pobre gordo se pone histérico, se estresa, se le sube el azúcar, se desquicia con tanto cuete, de ahí como que tiene pesadillas y al día siguiente lo noto más introspectivo que de costumbre…) Por lo tanto, ¿qué es lo que se nos está permitido hacer? ¿A qué tenemos derecho como ciudadanos? Si el vecino tiene un chucho o dos o tres o veinte, vos no podés quemar ni mierda; o sea, se te critica ese derecho; pero si el perro o la jauría de perros del vecino pasan ladrando y aullando toda la madrugada, vos le tenés que hacer huevos porque qué otra. Así, ¿por ejemplo? ¿Debemos salir y tocar en todas las puertas de la cuadra, la cuadra de a la par y la del otro lado y preguntar si tiene perros porque queremos quemar cuetes?
                   
(Bien, antes de que sigan leyendo, les cuento algo: Yo tengo un perro. Ah, y otra cosa: no me considero animalista como tal pero detesto profundamente el maltrato animal y, más todavía, a los hijos de cien mil putas que maltratan a los animales. Eso que quede bien clarito, paisanos míos. O sea, si escribo esto no es precisamente porque soy un desalmado al que no le importa la integridad de una Criatura de la Creación, como diría Brayan, el cuate que me viene a desparasitar a mi chuchita. No, mi clavo es con ustedes, los dueños).

Yo creo que, independientemente de por qué razón te guste a vos tener mascotas (perros, en este caso), lo ideal (LO IDEAL) sería que, antes de ponerte a tirarle mierda a los demás, te preocuparas vos, primero, por contar con un espacio decente para que tu perro pudiera andar como lo que es: un perro, y no un perro al que te empeñás en convertir en persona y en tratar como si fuera más importante que tus propios chirises o hermanitos. Un buen patio, por ejemplo. Segundo, que estuvieras consciente del lugar donde vivís (una colonia, unos residenciales, un apartamento caja-de-zapato, etc.), para que pudieras hacer algo al respecto VOS (no los demás) en caso de celebraciones estridentes en las que sabés que a tu perro se lo puede llevar la tristeza. O sea, saber que el clavo y la responsabilidad son tuyos. ¿O no son tuyos? Puta, si no son tuyos, ¿de quién, papá? No se trata de restringir la libertad de tener un perro o no, sino de saber quién tiene que hacerse cargo de ESA responsabilidad en un entorno digamos… hostil. Yo tenía un cuate que se compró tres tarántulas y resulta que el maldito escándalo de sus vecinos (una pareja de mormones sadomasoquistas radicales) cuando celebraban sus orgías sabatinas con música de Enigma de fondo y alaridos típicos de un rastro, provocaba que las pobres pisadas se volvieran agresivas. Que se malearan. Una madrugada de domingo, cuando sus vecinos decidieron poner fin a su peculiar Sodoma y Gomorra, las tres arañas pisadas se escaparon de su jaulita y le mordieron todas las patas al talega. Si no hubiera sido por un pulmoncito de Indita-Rosa de Jamaica que se echó encima, le hubieran tenido que amputar media pierna. ¡Santo milagro! El dueño de la tienda de mascotas se lo había dicho: Nada de tenerlas en lugares cerrados y urbanos. Además, esta especie arácnida congoleña sufre claustrofobia y es alérgica a los acentos capitalinos. El mierda había dicho la paja de que las iba a tener en la finca de sus viejos, en Sipacate, en contacto con la naturaleza y con los lugareños, y que las iba a alimentar con colibríes recién nacidos y con semillas de macadamia bañadas con sangre de gallinas criollas. La realidad era otra: su cuarto era una ratonera y la jaula era una mugrosa pecera en miniatura.

No sé, muchá, a lo mejor son mis nervios, pero a veces creo que se nos está yendo la mano con las exquisiteces. Antes, si no estoy mal, nadie se quejaba tanto. Ahora en las redes sociales, ese reducto infernal para narcisistas desesperados, nos estamos quejando de todo y por todo. Hasta por ridiculeces. Cuetes, no. Procesiones, no. Manifestaciones, no. Árbol Gallo, no. Celebraciones futboleras, no. Candidatas en los pueblos, no. Verbenas, no. Conciertos al aire libre, no. Entiendo que las sociedades evolucionan, pero créanme, la nuestra no es precisamente un ejemplazo para ir por ahí haciendo alarde de ni mierda. Y lo que es más importante, si tanto amor le tenemos a nuestras “mascotas” (esa palabrita me parece un poco repelente, porque antes de la mascotización estuvo la domesticación y eso me suena, allá a lo lejos, a colonialismo; eso mismo que muchos pro-vida, pro-libertad y pro-individualismo atacan o ponen en tela de juicio), puta, esforcémonos porque no sufran y vivan bien pero NO a costa de las actitudes o costumbres de los demás, sino gracias a nuestra capacidad para solventar una situación puntual, como lo es una celebración en una fecha archisabida. ¿Tan difícil es? Podríamos, no sé, construir un búnker o ponerle audífonos de DJ a nuestro perro con rolas de la Miseria Cumbia Band o de Enrique y Ana, por decir algo. La pirotecnia desbocada está mal, lo sé, pero para mí celebrar no tiene nada de malo. ¿O sí? Las tradiciones son parte de la cultura (pese a quienes les pese) y hay gente, entendámoslo de una vez, que resarce su necesidad de entretenimiento y dispersión esos días, con el simple hecho de quemar ametralladoras a las 12 en Nochebuena o en Año Nuevo. ¡Una costumbre común y corriente! Sí, a lo mejor, pero no se trata de eso. Se trata de la libertad que cada uno tiene para celebrar como le dé la regalada gana. Si vos no lo hacés porque acabás de alcanzar un nivel espiritual similar al Nirvana, porque desdeñás lo popular desde tu urna de pedantería y te considerás un ser superior y cultivado, ajeno a divertimientos callejeros, soeces y mundanos, es TU problema. Tuyo, antes que el de tu perro o el de tu anaconda. No hace falta, de verdad, que externés tu bilis en las redes sociales. O quizás sí, pero güi don quer, mai fren. En serio, grabátelo: GÜI DON FOQUIN QUER. 

Ni de aquí ni de allá ni del más allá,

Rex “Hamor Eterno” Mamey.