Jelou, mai frens. Sí, soy yo, el mismo zanganote de
siempre, sólo que no tan animado ni jocoso como cuando tenía cinco añitos. Supongo que ya estarán a verga de tanta excusa pisada que pongo cada
vez que desaparezco en contra de mi santa voluntá, así que en esta
ocasión, me voy a abstener de contar cualquier paja y, como buen dermatólogo in
fieri, voy a ir directo al grano. La onda es que a mí la mara así en general
cada vez me desconcierta más, muchá. Ya no me sorprende, porque la conozco. Me
desconcierta, eso sí, porque se supone que deberíamos ir evolucionando, aunque
sea a paso de tortuga, pero no, ni siquiera es que estemos estancados o
atascados, como pelotas de hule en un tubo pvc que sirve de desagüe. Nel, es
que vamos para atrás. El tiempo corre y nosotros no colaboramos con la
evolución y parece que simple y sencillamente nos pela la verga. ¿Por qué putas?
Pues porque es nuestra naturaleza y ya nos hemos acostumbrado y, como encima
somos unos cómodos pisados, pues pior. A eso agreguémosle que parecemos
veletas: hoy para allá, mañana para acá, el lunes para un poco más allá y el
sábado otro poco más para acá. En primer lugar, fuimos incapaces de elegir a un
buen gobernante y aquí ya ni siquiera voy a perder mucho mi valioso tiempo en
refunfuñar, explicar, renegar y maldecir, porque el nene ya está donde lo
pusimos y, sin saber muy bien qué putas está haciendo ahí, lo hace todo a su
manera: con novatadas, con sus muecas y sus caritas teatrales, pelando siempre la mazorca y
queriendo dar lecciones de civismo barato, retrógrado y desfasado;
desconociendo la magnitud de las verdaderas prioridades de un gobierno en un país
infernal, violento, desigual, golpeado y urgido de un talego de cambios como es
el nuestro. Y ahí está, tu amor divino, tu amor de hombre, tan tranquilo, disfrutando de su nuevo estatus social, a su ritmo, como si fuera el
director de una escuelita “cualquiera” (Faitelson dixit), indignándose por
estupideces y queriendo sacar a relucir una autoridad que le queda grande, como
si fuera una túnica que de emergencia nos prestara un cuate que mide
casi dos metros y pesa más de 280 libras. ¡La carpa de un toldo de feria! Sin duda, un claro ejemplo de un presidente
pelele puesto ahí como fachada, como cuando sos perito contador y por cuello te
dan un chance de director de Recursos Humanos y tu cuate te dice: vos no te ahuevés,
rey, estos mulitas tienen que hacer lo que les digás y punto; al primero que mirés con
babosaditas, lo fichás, me decís y yo me encargo.
En segundo lugar, hablemos un poco de la Selección de fut:
un tema eterno como el maldito tráfico capitalino. A ver, aquí no hace falta
ser un erudito en la materia para saber que ni a putas tenemos un nivel
aceptable para ir a un Mundial. Nunca lo hemos tenido. ¡Jamás! ¿Sí o no? Va, si somos capaces de entender esta
realidad, ¿por qué tanta alharaca pisada? Por una parte están los escépticos y
odiosos anti-deportes de toda la vida; por otra, los fanáticos engasados; y por último, los
fanáticos rascuaches y mediocres, que son los piores y que son la mayoría, desgraciadamente. Hoy ganan
los muchachos y son dioses astromayas; mañana dan el culo, y son una real
cagada de ruquito con hemorroides y colon irritable, unos bolos
mierdas (como si en mi Guatermosa nadie fuera un alcohólico en potencia), unos
paqué vergas, lacras, basuras, etc., etc., etc. Puta, yo lo que digo es que: ¿sabrá
ese aficionado mediocre que en cualquier deporte colectivo a veces se gana y
otras se pierde? ¿O por el simple hecho de que se gane una vez, por chiripa,
por esfuerzo o por la intercesión cocainómana-mandibular de Cash, ya es un
delito perder? ¿Acaso los equipos de elite mundial siempre ganan? ¿Acaso las
potencias mundiales nunca dan las nalgas estrepitosamente como Brasil en su
propio Mundial? ¿ENTONCES QUÉ PUTAS? Todo debería ser sencillo: si no querés apoyar, no lo hagás y sho,
tampoco nos interesa saber por qué putas; contáselo otra vez tus amigos, gracias. Si vas a apoyar solo cuando
ganan, haciendo gala de un patriotismo así mero de atarantados, morite y pedile al Señor de las Alturas que
te extrañen aunque sea tus tatas. Lo ideal (por no decir imposible) es que
quien apoye, lo haga siempre y que lo haga sin que otros le tengan que decir si
está OBRANDO bien o no, porque supuestamente uno es LIBRE y cada quien es fanático (o no) de
lo que da la puta gana. El futbol como el ajedrez puede ser lo que cada quien quiere que sea, desde su individualidad, es una elección personal, y punto. Colectivamente, sí, ya es otro pijeo; pero estamos hablando de Guate, ¿por qué nos vamos a poner exigentes? Lo mismo pasa con los cucuruchos y las procesiones, mai
frens, por mencionar otro ejemplo. Ahí, por si no lo saben, también radica esa palabrita por la que
muchos babean como chuchos en brama cuando demandan y abogan SOLO por sus gustos personales: la tolerancia.
Pasemos a lo crítico y lo preocupante: las muertes de niños
(o de quien sea) por falta de atención médica. Eso no debería pasar en un país en el siglo XXI; aquí sí que nos encontramos frente a una desgracia cerota que afecta a un pijazal de gente. Eso
sí, sáquenme la madre si quieren, pero las redes sociales nos tienen agarrados
por los güebos y los ovarios porque, aunque nunca nos haigamos
preocupado por estos temas, de repente nos vemos empujados a viralizar y a satanizar lo que sea
obedeciendo, casi siempre, al clamor de las masas. No filtramos. Nos dejamos acarrear y queremos acarrear a los demás. Pasa algo, cualquier suceso,
y ahí vamos como bovinos programados a pegar el grito en el cielo con muestras
de indignación afectadas y fatalistas, casi siempre desde el delirio de la ignorancia. Sí, lo que pasó con el niño que murió en
brazos de su madre es una desgracia y es un cubetazo de tristeza que lo deja a
uno de palo, tieso y hecho verga. También murió otro más, un recién nacido de una mujer indigente que,
OBVIAMENTE, iba a dar a luz en la puta calle como podía haber sido en un basurero en una alcantarilla. ¿Quésesamierda? ¡El colmo! Es duro, puta, sí, lo es, y más cuando nos
imaginamos que podría pasarnos a nosotros con nuestros hijos o familiares.
Pero no son los
únicos, muchá: esto lleva pasando años y años, día tras día, en el área rural, en
un vergo de lugares de Guate, etc., y si ese es nuestro estilo de ser
consecuentes con este clavo, puta, tendríamos que actualizar nuestros estados en las redes
sociales cada diez minutos. La cuestión es la siguiente: ¿será que ya con eso hemos
aportado nuestro granito (no dije gramito, ojo) de arena? O sea, ¿incitar a la
reflexión con nuestras frases presuntamente acertadas y nuestro afán intachable
y altamente ético de decirles a todos: muchá, ustedes están en la mierda,
ya es suficiente? ¿Cuál es el siguiente tema? ¿La palma africana? ¿Las minas? ¿El acoso sexual? Puta, claro
que sí, ¿qué hay que poner? Dame cinco minutos y me craneo un mi buen parrafito. ¡Listo! ¡Ya! 146 likes
en menos de veinte minutos. YOU WON! NEXT! FIGHT!
¿Cuándo putas vamos a ACTUAR? ¿Hubieramos sacrificado nuestro tiempo o nuestro pisto para ayudar a cualquiera de esas dos madres que trajeron al mundo a un ser humano sólo para que esta mierda de sistema y su ineficacia los mataran? ¿Nos hubiéramos puesto manos a la obra para subirlas a nuestro carro y llevarlas a un centro médico? A lo mejor sí, pero seguramente no. Y ya sé lo que vos lector o lectora me estás diciendo ahorita: puta, Rex, es que eso le corresponde al Gobierno, papá; yo ya pago impuestos. Así funciona nuestra lógica. Nos implicamos, pero sólo la puntita.
Si es así la mierda, si todo es virtual, viral y la puta que nos parió… ¡la Academia Sueca lo va tener pisadísimo para hacer una lista definitiva para el Premio de la Paz, muchá! ¡Todos nuestros estados de FB automáticamente son obras de caridá, solidaridá y buenas acciones! Además, es que somos tan mentalmente inestables (no, Rex, yo soy diferente) e influenciables que ni siquiera nos ponemos de acuerdo para indignarnos todos por algo en concreto y HACER ALGO al respecto! ¡Y si lo hacemos… aparece un selecto y exclusivo grupo de iluminados a CRITICAR y encontrar fisuras, peros, fallos, etc.! Al final, lo típico es que cada quien jale para donde quiera, y que vos hagás lo mismo, y yo lo mismo, y aquél también. Cada quien por su lado. Nunca UNIDAD... en fin, caótica la mierda. Resultado: _____________
Ah, y por si la babosada no fuera poca, movidos por ese afán de
bochinchería y montonería linchadora, empezamos a relacionar política con fut
con chocorreacciones con drogas precolombinas con pena de muerte con la familia
Bosch con #TodosSomosBruselas con… y de repente brotan, como ronchitas de varicela,
un pijo de conclusiones descabelladas y tremendamente estúpidas como que la
culpa de todo la tiene el Pescado Ruiz (sí, leí un par de tuits por ahí, no me
lo estoy inventando), porque es un mal tata y porque ese jet que le pusieron
(con nuestro pisto, dijo uno por ahí… ¡¿ehhh?!), podría haber servido para
trasladar a Maicol, el patojito que murió en la calle…. ¿Nos damos cuenta de
hasta dónde llega nuestra irracionalidá y nuestros impulsos? Esa gana de querer aclarar el panorama DESDE nuestro punto de vista. Puta, las mierdas simplemente no funcionan así, hombre. A un empresario le pela la verga el pueblo y puede hacer lo que quiera con su pisto. Es indignante e injusto, pero es cierto. ¿Qué hay
que hacer ahora? ¿Buscar al Pescado y ajusticiarlo, ya no sólo por haber
perdido un mísero partido de fut sino porque ES PARTE RESPONSABLE de lo que pasa a diario en el
país y que ningún gobierno HA QUERIDO solucionar porque aquí lo importante
siempre ha sido güeviar y de ahí salir en caballo blanco? ¡Miren esas conclusiones! Ese desconcierto que
les hablaba arriba me está pasando factura y se está convirtiendo en tirria,
fíjense. Sí, tirria, asco, repulsión, como putas quieran llamarle. Las redes
sociales pueden ser tan valiosas como nocivas y la verdá es que a veces
simplemente es mejor ni entrar en esas mierdas. No pretendo generalizar
tampoco. Sé que hay mara pilas que genera discusión, debates inteligentes y bien
fundamentados, reflexión… mara cabrona que aporta, que conciencia, que con sus
conocimientos orienta, propone, resuelve, etc., pero la gran mayoría satura esas mierdas (sí,
aunque estén en todo su santo derecho) con un revoltijo de despropósitos copiados
de otros, redundancias, tópicos y cháchara revoltosa.
Es como ir a un zoológico y pararte en el lugar donde están los macacos o los
mandriles: cincuenta, sesenta, ochenta ejemplares de todos los tamaños
chillando y aullando el mismo sonido escandaloso… así, sin parar… saltando de
un lugar a otro, agarrándose a vergazos entre ellos, aruñándose, despulgándose
y jaloneándose… y más aullidos, y brincos por aquí y por allá, y más de ese
concierto incomprensible y alebrestado. Un día de Pentecostés salvaje y
desquiciante que es todos los putos días del año del calendario gregoriano.
Como usuario que soy, yo tampoco me escapo, mai frens. No me miren así. Yo también he
sido y soy parte de todo este talegueo, no crean que no lo sé. Simón, lo reconozco. A veces simple y sencillamente me gustaría quedarme calladote, sentadito en mi trono de cartón piedra, acariciando a mis guepardos imaginarios y contemplando mis eriales provechosos, infinitos y también imaginarios. Y de ahí, escupir al teclado, a la pantalla de la compu, fundir mi Tuirer a gargajos, pero soy el más débil de mi generación espontánea (jajaja) y la tentazón... o sea, la tentación es grande.
Sírvanse disculparme,
Suyo Forever Hugo Almeida,
Rex Mamey