Ya sé que me van a decir que qué pisaos les importa, pero fíjense que hace unos diítas salió viajecito: me tocó ir a uno de esos congresos tipo G20 que tan moda están ahora, sólo que éste era para mandatarios honorarios, vitalicios y ficticios, o sea, ¡de más nivel pues, ja, puta! Nos citaron en La Haya. (Miren cómo muevo de bien las cejas). Haya o no haya frío, yo voy, dije en mis adentros. Como no le atinaba muy bien dónde quedaba, abrí el tercer tomo de la Océano y me puse al día. Hablando para que me entiendan, en La Haya se juntan los meros sholones y de vez en cuando le arruinan la fiestecita a los genocidas, o sea, los mandan a llamar los del Juzgado, les dicen que se aplasten en una tabla de caoba, rústica, (“banquillo”, dice que le dicen) y de ahí los entamban. El motivo del Congreso tenía que ver con esa onda. Según caché: nos necesitaban para empezar a armar la lista de candidatos y a ver a qué hijuesesantamil putas le metíamos la verga (“hasta que miraran las luces Campero o alguna figurita de la era cenozoica en versión 3D”, agregaría yo si me tocara echarme un mi espich) en esta nueva década. Cada uno teníamos que mandar un fólder tamaño carta (forrado, emplasticado y con gancho) con datos confidenciales de nuestros candidatos, o sea, fotías polaroy (íntimas: dediando gatos, embadurnándose su propia caca o siendo latiguaziado por sus choferes, en bolas, cuerito y brillantina), tarjetas del día del cariño (dedicadas a sus amantes, la mayoría sirvientas casadas, y a ellos mismos, usando nombres falsos), facturas de compra de fusiles (trescientos quetzalitos na’más, tampoco es que desperdiciaran), boletos de ornato, entradas al cine, invitaciones de primera comunión de sus nietos, recortes de La Extra (en muchas de las últimas páginas salieron sus hijas y ahijadas enseñando “pastelito”), servilletas con mensajitos jocosos (“cada vez que oigo ese taconeo tuyo, se me… ilumina el día”; “a ella no la quiero, te quiero a ti, mujer, entiéndelo”), clínecs usados, etc.
¿A que no adivinan quién era mi candidato? Va, les voa deletriar un cachito para que se vayan imaginando: E, de ECZEMA; F, de FLATULENCIA; R, de RAQUÍTICO; A, de ASCO… ¡Ahhh! ¡Adivinen el resto pisaos!
La mierda fue que la circular que nos mandaron venía en inglés y Yon Antoni Estúar Jonson, mi traductor jurado (salía en los anuncios del CIAV hace un vergo de años, valiendo por dos son cuatro y cuatro: ocho y ocho: dieciséis…), andaba desaparecido, por no querer decir: enfuriado, y como yo lo que domino es el latín (lovel), pues no le atiné y sólo mandé el nombre del hijuevergas (mi candidato), así directamente pues. Y como oí en Emisoras Unidas que La Haya era chiquitía, me confié y no puse la dirección completa. Solo puse: Edificio Central Presidencial y Juridicsional de La Haya donde no La Haya, Hola, Anda, y mandé esa mierda; urgente, eso sí, creyendo que los de Correos ya sabían onde era que tenían quir a dejar el paquetío (aproveché a mandar unos mantelitos típicos y unos higos en miel, para fortalecer el patriotismo). Supuestamente, después de recibir nuestro envío, nos iban a llamar para darnos las instrucciones de cómo y cuándo caer poray, y si podíamos llevar parentela: cuates y mascotas, más que todo. Yo pensaba decirle al Zelaya, porque pobre, pero lo perdí de vista. La mentada circular llegó a mis aposentos en Noviembre del año pasado, en plenas atascaderas de fiambre, me acuerdo bien, y ahorita a finales de Febrero dije yo: mi güevo, ¡tarde pues pisaos! Ahí fue cuando caí en lo de la dirección y me acordé de lo que había garabateado en el remitente: Bule Bar Libe Ración Mula Mala. ¡O son mulas y no le atinan o ya estamos con la puta discriminación!, pensé. ¡Son babosadas! Agarré esa mierda de celular y llamé al Hilario Riel, ahora Viceministro de Transporte aunque yo lo conocí de cargabultos en la Terminal de Chimal, para que me asesorara y medio me dijera cómo hacer para ir a los…
—¿Onde decís vos Rex?
—A los Países Bajos —le dije así para que viera mi nivel de conocimientos geográficos.
—Hmmm… ¿Bajos en qué?
—¡Holanda, onbre! —le grité con ganas de tenerlo enfrente para pescocearlo.
—¡Ahhh, pero eso saber onde queda vos Rex!
—¡No vos sos camionero pues!
—Sí, pero…
—Se me pudre el chile con vos fijate Hilario… ¡Holanda queda en EUROPA!
—¡Ja, yo sólo hasta Tapachula llego vos!
Le mandé saludos calurosos a su puta madre y no tuve que otra que usar el plan B: llamar a los de TACA.
—Ha contactado con Toneles Acuáticos y Cayucos Aéreos, para consultas sobre «Peregrinaciones», vuélvase espiritista e implórele al Padre Chemita; para «Traslados», marque tres veces el 6 y diga: ACEPTO; para «Fletes», marque el número Π (Pi) completo y espere en línea; para «Cruzar la frontera», no pierda el tiempo llamando aquí: venda a su abuelo y, si “hace como hacen los chiquirines”, entrará al sorteo de“¡Un coyote cojo para toda la vida!”; para «Hablar con Chayo», marque 69 y con acento de Oriente diga: Chayo, amor, ¿cómo te va vida?, y, como diría el dermatólogo: vaya al grano.
Cuando oí esa voz (mezcla de muca y fresita guanabí), supe que era ella. ¡No yo moví pitas para que le dieran ese chance pues! ¡Ya ni me acordaba! Nos veíamos de vez en cuando, sobre todo cuando ella necesitaba billete y yo… Bueno, la cosa es que aquea me hizo todos los trámites y agarré camino para La Haya, más a jalón que otra cosa, pero qué pisados. La mierda fue cuando llegué a Ámsterdam, ya no aguanté la casaca. Iba hecho mierda del cansancio y me peló la verga esa mierda de Congreso. Para ir a perder el tiempo y reclamar, mejor me hubiera quedado en Mulamala, pensé. La Chayo me había recomendado Ámsterdam. Me contó que en el 2000 se había venido a chambear por aquí un par de años. En el Barrio Rojo, Rexi Sexy, me acuerdo que me dijo con esa su risita de coyota en celo. O aquea es comunista o debe ser que aquí hay mara como mi cuate el Güili, que da la vida por el Municipal, pensé mientras andaba colaceando en birula por Ámsterdam, porque ni a putas vi paredes rojas, ni casas rojas ni calles rojas. ¡Y menos un barrio entero! La Chayo piensa que uno es mula. ¡Si esa pisada ni siquiera conoce Xela! Seguí dando vueltas, sin creerme las pajas de la cerota. Pasé por unas callecitas muy curiosas repletas de tienditas de ropa interior de chavas. Lo chilero era que los maniquíes, una de dos, o eran chavas de veras o robots, muchá. A lo macho. ¡Esto sí que es modernidá y tecnología!, dije entre mí, mientras, como diría la mara cul de Mulamala, “vitrineaba”. En fin, muy bonito y ordenado todo. No sé dónde leí lo de los Cofi Shops, pero ni me preocupé porque viviendo en Mulamala, ¿pa’ qué pisaos quería comprar café aquí? Me hubiera gustado quedarme más tiempo, fíjense, porque la mara como que me conocía y me saludaba, pero estaba haciendo un frío de la chingada y a uno que es de bocacosta se lo lleva la gran puta, sobre todo por los labios, que se te rajan y los dedos de los pies se te ponen como que son jocotes congelados.
Así que al siguiente día, jalé de retache. Como se enteraron de que era el Rex, el Gobierno de los Países Bajos (todos miden más de 1.80, bonita la gracia) hizo coperacha y me pagaron mi boleto… ¡en avión pisados! Yo que había llegado al Puerto de Palos (Portugal) de balsero y de ahí había atravesado España, Francia y la gran puta a puro jalón, ahora regresaba a Mulamala en avioncito. Venía pensando en la Chayo, en irla a buscar y darle un su escarmiento, como en los buenos tiempos, por mentirosota, pero el mentado avión no encontraba lugar para parquearse, así que nos dejaron en una islita de por ahí cerca, vecina, y resulta que ya ahí, nos vieron meros exóticos y nos contrataron para una serie de la tele que se llama Perdí dos..., y aquí ando, a saber ni dónde putas.
¡Pero al menos hay Güifi, cerotes!
Pd. La Chayo me mandó un ese eme ese diciéndome que va a llegar Metallica a Mulamala, pero no sé si creerle. Se enojó porque los tulipanes que le llevaba se me marchitaron en el camino.
Fotía: archivo personal (o sea, cuidadito si se la güevean, para quienes les gusto el rabo, digo)
¿A que no adivinan quién era mi candidato? Va, les voa deletriar un cachito para que se vayan imaginando: E, de ECZEMA; F, de FLATULENCIA; R, de RAQUÍTICO; A, de ASCO… ¡Ahhh! ¡Adivinen el resto pisaos!
La mierda fue que la circular que nos mandaron venía en inglés y Yon Antoni Estúar Jonson, mi traductor jurado (salía en los anuncios del CIAV hace un vergo de años, valiendo por dos son cuatro y cuatro: ocho y ocho: dieciséis…), andaba desaparecido, por no querer decir: enfuriado, y como yo lo que domino es el latín (lovel), pues no le atiné y sólo mandé el nombre del hijuevergas (mi candidato), así directamente pues. Y como oí en Emisoras Unidas que La Haya era chiquitía, me confié y no puse la dirección completa. Solo puse: Edificio Central Presidencial y Juridicsional de La Haya donde no La Haya, Hola, Anda, y mandé esa mierda; urgente, eso sí, creyendo que los de Correos ya sabían onde era que tenían quir a dejar el paquetío (aproveché a mandar unos mantelitos típicos y unos higos en miel, para fortalecer el patriotismo). Supuestamente, después de recibir nuestro envío, nos iban a llamar para darnos las instrucciones de cómo y cuándo caer poray, y si podíamos llevar parentela: cuates y mascotas, más que todo. Yo pensaba decirle al Zelaya, porque pobre, pero lo perdí de vista. La mentada circular llegó a mis aposentos en Noviembre del año pasado, en plenas atascaderas de fiambre, me acuerdo bien, y ahorita a finales de Febrero dije yo: mi güevo, ¡tarde pues pisaos! Ahí fue cuando caí en lo de la dirección y me acordé de lo que había garabateado en el remitente: Bule Bar Libe Ración Mula Mala. ¡O son mulas y no le atinan o ya estamos con la puta discriminación!, pensé. ¡Son babosadas! Agarré esa mierda de celular y llamé al Hilario Riel, ahora Viceministro de Transporte aunque yo lo conocí de cargabultos en la Terminal de Chimal, para que me asesorara y medio me dijera cómo hacer para ir a los…
—¿Onde decís vos Rex?
—A los Países Bajos —le dije así para que viera mi nivel de conocimientos geográficos.
—Hmmm… ¿Bajos en qué?
—¡Holanda, onbre! —le grité con ganas de tenerlo enfrente para pescocearlo.
—¡Ahhh, pero eso saber onde queda vos Rex!
—¡No vos sos camionero pues!
—Sí, pero…
—Se me pudre el chile con vos fijate Hilario… ¡Holanda queda en EUROPA!
—¡Ja, yo sólo hasta Tapachula llego vos!
Le mandé saludos calurosos a su puta madre y no tuve que otra que usar el plan B: llamar a los de TACA.
—Ha contactado con Toneles Acuáticos y Cayucos Aéreos, para consultas sobre «Peregrinaciones», vuélvase espiritista e implórele al Padre Chemita; para «Traslados», marque tres veces el 6 y diga: ACEPTO; para «Fletes», marque el número Π (Pi) completo y espere en línea; para «Cruzar la frontera», no pierda el tiempo llamando aquí: venda a su abuelo y, si “hace como hacen los chiquirines”, entrará al sorteo de“¡Un coyote cojo para toda la vida!”; para «Hablar con Chayo», marque 69 y con acento de Oriente diga: Chayo, amor, ¿cómo te va vida?, y, como diría el dermatólogo: vaya al grano.
Cuando oí esa voz (mezcla de muca y fresita guanabí), supe que era ella. ¡No yo moví pitas para que le dieran ese chance pues! ¡Ya ni me acordaba! Nos veíamos de vez en cuando, sobre todo cuando ella necesitaba billete y yo… Bueno, la cosa es que aquea me hizo todos los trámites y agarré camino para La Haya, más a jalón que otra cosa, pero qué pisados. La mierda fue cuando llegué a Ámsterdam, ya no aguanté la casaca. Iba hecho mierda del cansancio y me peló la verga esa mierda de Congreso. Para ir a perder el tiempo y reclamar, mejor me hubiera quedado en Mulamala, pensé. La Chayo me había recomendado Ámsterdam. Me contó que en el 2000 se había venido a chambear por aquí un par de años. En el Barrio Rojo, Rexi Sexy, me acuerdo que me dijo con esa su risita de coyota en celo. O aquea es comunista o debe ser que aquí hay mara como mi cuate el Güili, que da la vida por el Municipal, pensé mientras andaba colaceando en birula por Ámsterdam, porque ni a putas vi paredes rojas, ni casas rojas ni calles rojas. ¡Y menos un barrio entero! La Chayo piensa que uno es mula. ¡Si esa pisada ni siquiera conoce Xela! Seguí dando vueltas, sin creerme las pajas de la cerota. Pasé por unas callecitas muy curiosas repletas de tienditas de ropa interior de chavas. Lo chilero era que los maniquíes, una de dos, o eran chavas de veras o robots, muchá. A lo macho. ¡Esto sí que es modernidá y tecnología!, dije entre mí, mientras, como diría la mara cul de Mulamala, “vitrineaba”. En fin, muy bonito y ordenado todo. No sé dónde leí lo de los Cofi Shops, pero ni me preocupé porque viviendo en Mulamala, ¿pa’ qué pisaos quería comprar café aquí? Me hubiera gustado quedarme más tiempo, fíjense, porque la mara como que me conocía y me saludaba, pero estaba haciendo un frío de la chingada y a uno que es de bocacosta se lo lleva la gran puta, sobre todo por los labios, que se te rajan y los dedos de los pies se te ponen como que son jocotes congelados.
Así que al siguiente día, jalé de retache. Como se enteraron de que era el Rex, el Gobierno de los Países Bajos (todos miden más de 1.80, bonita la gracia) hizo coperacha y me pagaron mi boleto… ¡en avión pisados! Yo que había llegado al Puerto de Palos (Portugal) de balsero y de ahí había atravesado España, Francia y la gran puta a puro jalón, ahora regresaba a Mulamala en avioncito. Venía pensando en la Chayo, en irla a buscar y darle un su escarmiento, como en los buenos tiempos, por mentirosota, pero el mentado avión no encontraba lugar para parquearse, así que nos dejaron en una islita de por ahí cerca, vecina, y resulta que ya ahí, nos vieron meros exóticos y nos contrataron para una serie de la tele que se llama Perdí dos..., y aquí ando, a saber ni dónde putas.
¡Pero al menos hay Güifi, cerotes!
Pd. La Chayo me mandó un ese eme ese diciéndome que va a llegar Metallica a Mulamala, pero no sé si creerle. Se enojó porque los tulipanes que le llevaba se me marchitaron en el camino.
Fotía: archivo personal (o sea, cuidadito si se la güevean, para quienes les gusto el rabo, digo)