HOY SÍ CEROTE

El día que el chucho de Lino tuvo su buena camadita, sí pues, cabal ese día fue, hace ocho, me llegó un ímeil de una tal Estela de León. Mi güevo —me dije entre mí— quién putas será esta pisada, yo no conozco a nadie que se llame así. Curiosón, mas no perro, de que fuera una mi admiradora secreta, cliquié y cuál sería mi susto… Lean, aquí les incluyo un fragmento:

(…) No soy ni seré nunca (como me imagino que se habrá imaginado) una admiradora suya ni menos de lo que escribe. Tuve la mala suerte de encontrarme con su página y cometí el error de leerlo casi por completo. No entiendo cómo un guatemalteco tiene el atrevimiento de ridiculizar nuestra cultura de la manera en que usted, adjudicándose un derecho que a lo mejor no le corresponde, lo está haciendo. ¿Cómo está eso de Mulamala en lugar de Guatemala? ¿Sabe usted que esto es mancillar el nombre de nuestro sagrado territorio? (…) Mucho de lo que usted ha dicho aquí, quizás por querer parecer gracioso, cae en lo denigrante. Yo no tengo la suerte, como usted y muchos de los que estúpidamente le siguen la corriente haciendo comentarios a sus tonterías, de vivir en Guatemala, puesto que por situaciones que no le incumben, tuve que emigrar hacia Estados Unidos y me llena de vergüenza saber que hay compatriotas como usted (y me imagino que muchos otros más), que en lugar de hacer algo productivo por el país, pierde su tiempo burlándose y criticando por medio de sus “muladas”, detalle que no contradigo, puesto que es eso exactamente lo que son. (…) Reconozco que al principio dudé en escribirle; ahora lo estoy haciendo contra la voluntad de mi esposo y mis hijos. Ellos creen que un PHD en Sociología y Demografía, no debe rebajarse y caer en estos juegos. No comparto esto, creo que tengo el derecho y la obligación de expresarme y de hacerle saber a usted, señor Romero, mi sentir y pedirle, simplemente, que deje de hacerlo, que por favor, pare (…)

Al terminar de leer, estiré los brazos, me levanté, me saqué el calzoncillo del culo y caminé hacia mi oráculo divino: un caballito de mar disecado que me regaló una cuata. Recé la letanía, hice mis consultas y reconozco que me malié un poco con el caballito porque salió con la típica mierda de: Pero Rex, nada de ponerse indio, a lo mejor la doñita tiene razón; recordá que cuando alguien te dice la verdá es porque se preocupa por vos y en el fondo te quiere… Y es que el caballito la olió, hombre; sospechó que le iba a responder mal a la vieja el muy talega. ¿Pero ya vieron la huecada que me contestó, muchá? ¿No es para ponerse pa’ vergazos? Maldito hipocampo, suertudo de mierda, siquiera me lo pudiera zampar en ceviche al culero. Pero déjenlo estar, déjenlo estar…

¿Y a nosotros qué pisados nos importa lo que te escriba la mara o no? Buena pregunta, muchá, buena pregunta. Pero coman mierda también, ¿acaso no leyeron, pues? Suban y lean lo que está en negrita en el cuerpo del ímeil. Eso es lo que me cayó en la verga también, porque se metió con todos ustedes, que nada que ver, que buena onda me han hecho la pala. Así que… ¿SE VAN A QUEDAR CALLADITOS? Yo, por mi parte, no me voy a quedar calladito, ya que no es mi estilo. Pela la verga el caballito de mar y sus consejos. Lo que pasa es que estoy armando un bonito discurso para doña Estela que aí se acordarán de mí, muchá, se los juro… pero todavía le falta. Cuando esté listo, les aviso.

NOTA: Si alguien conoce a Estela de León, díganle que soy inofensivo, que creo en la reencarnación, que soy vegetariano y que hay tanta paz en mi corazón como jiote en las tetas colgantes de una chucha de la calle.

¡Va pué!